No es el inexistente plan de verano, tampoco es la séptima ola de Covid. Es lo que nos queda de sanidad pública, a la que le saltan los puntos de sutura que recibe a diario cada vez que una situación, aunque sea coyuntural, la pone a prueba.
La pandemia no ha sido moco de pavo, más bien una prueba de estrés que ha puesto al límite a la sanidad, con la diferencia de que los bancos que sufrieron mucha ansiedad durante la crisis fueron rescatados con dinero de todos y a la sanidad les cuesta subirle un puntito el presupuesto de cada año. La sanidad necesita un rescate para volver a atender de forma adecuada y digna a los ciudadanos.
En Andalucía estamos a la cola de España en cuanto a gasto en sanidad por habitante y, en Málaga, todos sabemos que hemos sido deficitarios históricamente respecto al resto de la comunidad autónoma. Tenemos que reconocer que en nuestra tierra se han dado algunos pasos en el camino de la equiparación salarial de los profesionales con los del resto del estado, aunque ridículo, hay acuerdos pendientes sobre la mesa que hay que mejorar y culminar. Pero no es suficiente, y las condiciones de trabajo de nuestro colectivo siguen siendo percibidas como malas y abusivas. Por eso no se encuentran médicos. Por esto, principalmente, es complicado, no solo ampliar las plantillas donde hace falta, sino abrir nuevos centros o incluso completar la plantilla de muchos de los ya existentes. Si hablamos de sustituir a los profesionales ausentes, eso ya pasa a la categoría de ciencia ficción.
¿El SAS ha hecho previsiones del personal facultativo que se jubilará, con el permiso del señor Escrivá, en los próximos años? Si todos los especialistas que se forman al ritmo actual a lo largo de dichos años se quedaran en nuestro sistema, y eso no lo vemos ni de lejos posible por ahora, no se podrían cubrir las vacantes en la mayoría de las especialidades. Primero porque el Ministerio de Sanidad no convoca más plazas MIR de las especialidades más deficitarias, y segundo porque tenemos políticas que no favorecen para nada que estos nuevos especialistas se queden en nuestro país. De hecho, a día de hoy, la única forma que la administración ha encontrado para cubrir parte de las plantillas de estas especialidades deficitarias es contratando facultativos extracomunitarios o licenciados de la Facultad de Medicina sin MIR por falta de plazas.
Pero con este problema sobre la mesa, la administración andaluza tampoco da muestras de poner mucho interés en tratar el problema de las zonas y los puestos de difícil cobertura. Lo poco que se ha hecho, no se ha hecho bien y, pese a nuestra insistencia, siguen sin prestarle atención. Y dichas zonas siguen sin prácticamente nada que ofrecer a cambio de su aislamiento o su escaso atractivo geográfico.
La atención primaria es la más castigada, a la falta de inversión en recursos de todo tipo, se le suma la desmotivación que han labrado en el personal, llegando al extremo de quedarse sin cubrir plazas de médico de familia en el MIR.
Mientras tanto, llegaron las elecciones: euforia para unos y desasosiego para otros. Tanta euforia que nuestro consejero de salud llegó a decir que parte de los resultados se debían a lo bien que estaba funcionando nuestra sanidad pública; el hombre se vino arriba, no lo pudo remediar. Ya veremos a partir de ahora. Pero después de las elecciones llegó el verano y volvieron a saltar las suturas de nuestro sistema, como todos los veranos. No es falta de previsión, es que ya han asumido el desastre que se repite cada año como el que asume las bajas durante una guerra, solo que ahora se suma el Covid haciendo de las suyas. Quizás no contaban con ella, pero se ha sumado y ahí está. Con menos personal disponible por las bajas y más usuarios buscando ayuda. Lo que se viene llamando ahora “la tormenta perfecta”.
Y el desasosiego de los otros, les ha llevado a la busca y captura del gran titular de impacto positivo: “Sánchez: vamos a hacer fijos a 67.000 sanitarios en España”. Perdone, pero este proceso de estabilización está en manos de las comunidades autónomas desde final de 2021, con la Oferta Pública de Empleo (OPE) aprobada y pendiente de convocarse los procesos selectivos antes de que termine el presente año. Detrás de dicha bola solo hay de nuevo un Real Decreto Ley, publicado ya en el BOE, para modificar algunos aspectos de la Ley de Estatuto Marco que, además, ya necesitaba revisarse para adaptarlo a las exigencias de Bruselas. O sea, que la idea tampoco era del actual Gobierno, que no se han caracterizado precisamente por luchar contra la temporalidad de los profesionales del Servicio Nacional de Salud (SNS). Es más, el presidente se sienta en su Consejo de Ministros con la señora Montero, quien durante bastantes años fue la consejera de Salud de Andalucía, y con quien batimos todos los récords de temporalidad, en recortes en el SAS y los de años transcurridos sin oposiciones ni concursos de traslados. Una auténtica ignominia.
Hasta ellos tienen derecho a rectificar, pero no nos van a vender esta moto. Ya lo hablaremos en las mesas de negociación y lo lucharemos día a día hasta corregir esta injusticia.
Málaga, 11 de julio de 2022